viernes, 21 de diciembre de 2012

El Furacón de los Mouros y el Solsticio de invierno, Librán-Toreno

Hoy nos encontramos de nuevo en el Solsticio de invierno en el hemisferio norte -de verano para el hemisferio sur-, una fecha en la que el ser humano, observador de astros desde que tuvo que comenzar a medir los ciclos y la estaciones para regir su vida, apreció que hoy nos encontrábamos ante el día más corto y la noche más larga -repito, en el hemisferio norte de nuestro Planeta- y que pocos días después, quizás sobre el 24 o 25 (de ahí los actuales festivos en los dos solsticios) se comenzaba a apreciar el "nacimiento" de un nuevo Sol, con los días empezado a crecer y las noches a menguar, lo que producía un gran regocijo a nuestros antepasados que veían de nuevo el triunfo de la luz sobre las tinieblas, pudiendo atisbar, en sus mentes, el fruto de las nuevas cosechas que estaban por venir.
No es ingenuidad, es el pleno respeto por la naturaleza y la conexión con sus distintos ciclos, algo que hemos perdido prácticamente en la actualidad, a pesar de que sigan existiendo festividades, prácticamente desnaturalizadas, en cada uno de estos ciclos astronómicos que rigen la vida en la Tierra.
Hoy nos acercamos a uno de esos lugares donde presumiblemente se rendía culto a este solsticio.
En El Bierzo, en Librán, una pedanía de Toreno, se encuentra el conocido como el Furacón de los Mouros, una cueva en la que existe un conjunto rupestre encuadrado en el llamado Arte Esquemático Postpaleolítico. De entre los distintos motivos representados como antropomorfos, zoomorfos, cruciformes o digitaciones, destaca la existencia de un soliforme que, según el cálculo del autor que hoy traemos, debe ser iluminado en esta fecha, a través de una especie de abertura en la roca que mira hacia el sureste. Pero dejemos que sea él quien nos cuente.
Feliz Solsticio.

terraeantiqvae.com

*Fuente: Miguel Ángel González González, terraeantiqvae.com

La supuesta relación de estos motivos con el culto solar puede, en este caso, confirmarse con cierta solidez. Si bien la entrada principal de la pequeña cueva en la que se encuentran las pinturas está orientada al Sur, en el interior hay un pequeño agujero justo enfrente del panel en el que está dibujado el soliforme, una ventana que mira hacia el SE. Una vez reconocido un referente en horizonte como lugar señalado por la alineación soliforme-agujero he calculado una declinación con valor -23,17º que con una precisión inferior a 1º señala la salida del Sol en el solsticio de invierno. Veo difícil alcanzar la cueva antes del amanecer de finales de diciembre o pasar la noche allí, pero ver ese sol pintado iluminado por los primeros rayos del nuevo sol tiene que ser algo verdaderamente impresionante. La veneración al nacimiento del sol en el solsticio de invierno es sensible en monumentos megalíticos como Newgrange, donde el sol del amanecer en esta fecha recorre un largo corredor del túmulo e ilumina su interior durante unos segundos, o Stonehenge, con su eje principal orientado en esta fecha, o la cueva paleolítica de Parpalló en España la luz del Sol del amanecer del solsticio de invierno penetra a través de un pasadizo e ilumina brevemente el interior.
Este culto al Sol Nuevo pervivió en épocas tempranas del cristianismo, y aunque entonces fue condenado, resistió enquistado en la celebración de la Navidad. No por casualidad es la fecha en la que nacieron muchos otros “hijos divinos” como Dionisos, Mitra, Horus, Zeus, Hércules, Adonís, Quetzalcoatl, etc.

El Furacón de los Mouros, terraeantiqvae.com

3 comentarios:

  1. Gracias a ti por tu trabajo, Miguel Ángel.
    Salud

    ResponderEliminar
  2. Revisión:
    http://asturiense.blogspot.com.es/2013/01/el-soliforme-del-furacon-de-los-mouros.html

    ResponderEliminar

 
Tweets por @IberiaMagica